
21 Oct Gastos pequeños que reducen la rentabilidad de tu pyme
Muchas pymes facturan 50.000, 80.000 o incluso 150.000 € al mes, y aun así llegan al cierre con márgenes mínimos. El problema no siempre está en los grandes costes. A menudo, son los gastos pequeños, casi invisibles, los que erosionan la rentabilidad sin que el empresario lo perciba. Todo parece en orden: nóminas al día, proveedores pagados, liquidez suficiente… pero el beneficio real no llega.
La clave está en identificar esas fugas que parecen inofensivas y que, repetidas mes a mes, terminan restando miles de euros al año. Lo que no se mide no se puede mejorar, y lo que no se controla termina pasando factura.
El problema de los gastos “invisibles”
Cuando se habla de rentabilidad, la atención suele dirigirse a los grandes números: personal, alquiler, compras, maquinaria. Sin embargo, la experiencia demuestra que no siempre es ahí donde se esconde el margen perdido. Los gastos menores, al no parecer relevantes, rara vez se revisan.
El riesgo está en la acumulación. Un gasto de 30 o 50 € que pasa inadvertido puede acabar suponiendo 600 € al año por cada concepto. Y si hablamos de diez o quince conceptos similares, la suma alcanza varios miles de euros. Para una pyme con márgenes ajustados, esta diferencia es decisiva.
El ejemplo más claro es el de una cisterna que gotea: el impacto no se percibe en el momento, pero cuando llega la factura del agua, la pérdida es evidente.

Los 3 gastos silenciosos que reducen tu beneficio
Te damos tres ejemplos de gastos que disminuyen el margen de beneficio:
1. Suscripciones y herramientas sin uso real
Cada vez más empresas contratan softwares, aplicaciones de gestión, almacenamiento en la nube o CRMs. Lo habitual es que se incorporen “para probar” o porque un área del equipo lo solicita, pero rara vez se revisa si realmente se utilizan.
Un caso típico: una pyme con apenas seis empleados llegó a gastar más de 600 € mensuales en herramientas duplicadas. Usaban Slack, Teams, Zoom y Google Meet al mismo tiempo, además de mantener tres CRMs diferentes. El resultado era doble: costes que se podían reducir y procesos más complicados.
Cómo actuar:
- Haz una auditoría de suscripciones al menos cada trimestre.
- Pregunta al equipo qué se usa realmente.
- Elimina lo que no aporta valor o centraliza funciones en una sola herramienta.
- Negocia planes anuales con descuento si hay servicios imprescindibles.
La optimización tecnológica no solo reduce gasto, también mejora la productividad.
2. Gastos personales cargados a la empresa
En negocios familiares o pequeños equipos es frecuente imputar como gasto empresarial lo que en realidad es personal: comidas, gasolina, viajes o compras cotidianas. A corto plazo parece irrelevante, pero genera dos problemas importantes.
- Por un lado, distorsiona la rentabilidad. Los informes financieros muestran un gasto superior al necesario, y eso hace que la empresa parezca menos eficiente de lo que es.
- Por otro lado, afecta a la toma de decisiones. Si los números están inflados, el empresario cree que el margen es menor y puede frenar decisiones clave, como contratar, invertir o ajustar precios.
En este artículo te hablamos de estrategias para aumentar la rentabilidad.
Qué hacer:
- Mantén siempre una cuenta bancaria separada para la empresa.
- Define una política clara sobre qué gastos se consideran empresariales.
- Si el propietario necesita aumentar su retribución, que sea vía sueldo o dividendo, nunca como gasto encubierto.
Separar lo personal de lo empresarial no solo mejora la visión financiera, también facilita auditorías, financiación y credibilidad ante terceros.
3. Pagos mal asignados o no revisados
El tercer gran foco de fugas son los pagos invisibles. Entre ellos destacan:
- Cuotas bancarias que podrían renegociarse o eliminarse.
- Comisiones de TPV más altas de lo que corresponde según volumen.
- Tarifas de móvil, internet o luz contratadas sin revisión en años.
- Pagos duplicados por errores administrativos.
La suma es significativa. Pagar 30 € de más cada semana equivale a más de 1.500 € anuales. Y en muchas pymes encontramos importes incluso superiores. El problema no es tanto el error puntual como la falta de control periódico.
Cómo actuar:
- Revisa las cuentas mensualmente con un control de gastos de empresa detallado.
- Compara proveedores al menos una vez al año.
- Negocia condiciones con bancos y compañías de servicios.
- Implanta un sistema de doble verificación para evitar pagos duplicados.
Lo invisible no es inocente. Sin un seguimiento constante, estas pequeñas fugas acaban drenando liquidez que debería ir a beneficio o reinversión.
Cómo lo hacemos con nuestros clientes
En nuestros procesos de acompañamiento, uno de los primeros pasos es auditar los gastos línea por línea. Para ello construimos un cuadro de mando en Power BI que muestra con claridad hacia dónde se está yendo el dinero, qué costes no aportan valor y qué partidas pueden optimizarse sin afectar a la operativa.
El resultado suele ser sorprendente: eliminamos cientos o incluso miles de euros mensuales sin necesidad de recortes drásticos. No se trata de gastar menos por gastar menos, sino de gastar con intención.
La ventaja es doble: la empresa recupera margen de forma inmediata y gana visibilidad para tomar decisiones más acertadas en el futuro.
La rentabilidad está en los detalles
Las pymes rara vez pierden dinero por una gran inversión equivocada. Lo pierden porque no revisan los pequeños gastos que se repiten cada mes. Por eso, el primer paso hacia una gestión financiera sólida no es buscar grandes ahorros, sino poner orden en lo cotidiano.
Si revisas tres puntos clave —suscripciones sin uso, gastos personales mal imputados y pagos invisibles sin control—, empezarás a recuperar margen desde el primer mes. Y no necesitarás transformar tu empresa, solo mirar donde antes no mirabas.
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